Así, entre los de lengua alemana el Santo Padre saludó en particular a los miembros y amigos del movimiento de Schönstatt y a los procedentes de Lagundo y Bolzano. Entre los de habla portuguesa a los jóvenes procedentes de Lisboa, a los que recordó al igual que a los polacos que María nos consuela en las pruebas y tiene abierto el horizonte de la esperanza. También se dirigió a los peregrinos de habla francesa, en especial al Colegio Saint-Régis-Saint Michel, de Le Puy en Velay y a los miembros del Servicio de perfeccionamiento de las homilías, y entre los de lengua árabe al grupo de sacerdotes iraquíes que prestan servicio en Europa.
FRANCISCO dio por último una cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana, entre los que se encontraban las Misioneras de la Caridad, la Comunidad Amor y Libertad, la Asociación de afásicos de la región de Apulia y los artistas de la XXIV edición del Concierto de Navidad promovido por la Fundación “Don Bosco en el mundo”, invitando a todos a cultivar en cada circunstancia de la vida la virtud teologal de la esperanza, don de Dios, que no deja nunca de consolar a su pueblo con su ternura.
“Dirijo un saludo particular a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados –dijo– El tiempo litúrgico de Adviento es una ocasión de gracia particular para reflexionar sobre nuestro camino al encuentro del Señor. Que la Virgen María de la que celebramos mañana la Inmaculada Concepción sea el modelo para la preparación interior a la Navidad, de modo que el corazón de cada uno se convierta en la cuna que acoge al Hijo de Dios, rostro de la misericordia del Padre, con la escucha de su palabra, las obras de caridad fraternal y la oración”.
Estas fueron sus palabras en español:
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy comenzamos una nueva serie de catequesis sobre la esperanza cristiana. En esta primera reflexión, el profeta Isaías nos invita a llevar el consuelo de Dios a nuestros hermanos. Isaías le está hablando a un pueblo en el exilio y le presenta la posibilidad de regresar a su hogar, que en definitiva es volver a Dios. Para ello hay que eliminar los obstáculos que nos detienen, preparar un camino llano y ancho, un camino de liberación y esperanza que se extiende por el desierto.
San Juan Bautista, retomando las palabras de Isaías, nos llama a la conversión, para que abramos un camino de esperanza en nuestros corazones.
El cristiano necesita hacerse pequeño para este mundo, como lo fueron los personajes del Evangelio de la infancia: María y José, Zacarías e Isabel,
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor la gracia de trasformar el desierto de nuestra vida, de nuestro sufrimiento y de nuestra soledad, en un camino llano que nos lleve al encuentro con el Señor y con los hermanos. Dios los bendiga.