CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 5 de marzo de 2017).- Las tentaciones de Jesús durante sus cuarenta días en el desierto
fueron el tema de la meditación del Santo Padre FRANCISCO antes de rezar el Ángelus dominical con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de
San Pedro.
El episodio que narra San Mateo se coloca en un momento preciso de la
vida de Cristo, que acaba de recibir el bautismo en el Jordán y está a
punto de comenzar su ministerio público y, porque tiene un enemigo
declarado, Satanás, lo afronta de inmediato, "cuerpo a cuerpo". “El
diablo –explicó– hace presa sobre el título de "Hijo de Dios"
para alejar a Jesús del cumplimiento de su misión…. y le propone hacer
gestos milagrosos – hacer de mago- , como convertir las piedras en pan
para saciar su hambre y arrojarse desde lo alto del Templo para que le
salven los ángeles. A estas dos tentaciones, sigue la tercera: adorarlo a
él, al diablo, para dominar el mundo”.
Con estas tres tentaciones Satanás quiere desviar a Jesús de la senda
de la obediencia y de la humillación “porque sabe que así, por este
camino, el mal será vencido y llevarlo por el falso atajo del éxito y
de la gloria. Pero Jesús para todas las flechas envenenadas del diablo
con el escudo de la Palabra de Dios que expresa la voluntad del Padre.
Jesús no dice ninguna palabra propia: Responde solamente con la Palabra
de Dios. Y así el Hijo, lleno de la fuerza del Espíritu Santo, sale
victorioso del desierto”.
“Durante los cuarenta días de la Cuaresma estamos invitados, como
cristianos, a seguir las huellas de Jesús y a combatir la batalla
espiritual contra el Maligno con la fuerza de la Palabra de Dios. No con
nuestra palabra: no sirve –subrayó el Pontífice– La Palabra de Dios es
la que tiene fuerza para derrotar a Satanás. Por eso hay que
familiarizarse con la Biblia: leerla a menudo, meditarla, asimilarla. La
Biblia contiene la Palabra de Dios, que es siempre actual y eficaz”.
“Alguno ha dicho –prosiguió el Obispo de Roma– ¿Qué pasaría si
tratásemos a la Biblia como tratamos a nuestro teléfono móvil? Si la
lleváramos siempre con nosotros, o por lo menos el pequeño Evangelio de
bolsillo, ¿qué sucedería? Si volviéramos a buscarla cuando nos la
olvidamos, si la abriéramos varias veces al día, si leyéramos los
mensajes de Dios contenidos en la Biblia como leemos los mensajes del
teléfono... ¿Qué pasaria? Claramente, la comparación es paradójica pero
nos hace reflexionar. Si tuviéramos la Palabra de Dios siempre en el
corazón, ninguna tentación podría alejarnos de El y ningún obstáculo
podría desviarnos del camino del bien; sabríamos vencer las sugerencias
cotidianas del mal que está en nosotros y fuera de nosotros; seríamos
más capaces de vivir una vida resucitada según el Espíritu, acogiendo y
amando a nuestros hermanos, especialmente a los más débiles y
necesitados, y también a nuestros enemigos”.
¡Que la Virgen María, icono perfecto de la obediencia a Dios y de la
confianza incondicional en su voluntad, nos sostenga en nuestro camino
cuaresmal, para que escuchemos con docilidad la Palabra de Dios y
nuestro corazón se convierta verdaderamente!”, terminó el Papa.