CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - Noviembre 15 de 2015). A las 12.00 horas de hoy domingo, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Texto íntegro del Ángelus Papal
Antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 
El Evangelio de este 
penúltimo domingo del año litúrgico propone una parte del discurso de 
Jesús sobre los advenimientos últimos de la historia humana, orientada al 
pleno cumplimiento del Reino de Dios (cfr Mc 13,24-32). Es un discurso 
que Jesús hizo en Jerusalén, antes de su última Pascua. Contiene algunos
 elementos apocalípticos, como guerras, carestía, catástrofes cósmicas: «el sol se oscurecerá, la luna no dará más su luz, las estrellas 
caerán del cielo y los astros que están en los se conmoverán» (vv. 24-25). Todavía estos 
elementos no son la cosa esencial del mensaje. El núcleo central en 
torno al cual rota el discurso de Jesús es Él mismo, el misterio de su 
persona y de su muerte y resurrección, y su retorno al final de los 
tiempos.
Nuestra meta final es 
el encuentro con el Señor resucitado. Yo les quisiera preguntar, 
¿cuántos de vosotros piensan esto? Habrá un día en que yo me encontraré 
cara a cara con el Señor. Y ésta es nuestra meta: este encuentro. 
Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, nos encontramos con una 
persona: Jesús. Por lo tanto, el problema no es “cuándo” ocurrirán los 
signos premonitorios de los últimos tiempos, sino el hacer que nos 
encuentre preparados. Y no se trata ni si quiera de saber “cómo” 
sucederán estas cosas, sino “cómo” debemos comportarnos, hoy, en su 
espera. Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro 
futuro con serenidad y confianza en Dios. La parábola de la higuera que 
germina, como símbolo del verano que se aproxima, (cfr vv. 28-29), dice 
que la prospectiva del final no nos desvía de la vida presente, sino que
 nos hace mirar nuestros días con una óptica de esperanza. Es esa virtud
 tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes, 
pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del 
Señor resucitado, que viene «con gran poder y gloria» (v. 26),  que nos manifiesta
 su amor crucificado transfigurado en la resurrección. El triunfo de 
Jesús al final de los tiempos, será el triunfo de la Cruz; la 
demostración de que el sacrificio de sí mismo por amor del prójimo, a 
imitación de Cristo, es el único poder victorioso y el único punto firme 
en medio de la confusión y de las tragedias del mundo.  
El Señor Jesús no es 
sólo el punto de arribo del peregrinaje terreno, sino que es una 
presencia constante en nuestra vida, está siempre a nuestro lado, nos acompaña siempre; por esto cuando habla del futuro y nos impulsa 
hacia aquel, es siempre para reconducirnos al presente. Él se pone contra los falsos profetas, contra los visionarios que prevén que se avecina el fin del mundo, y contra el fatalismo. Él está al lado, camina con 
nosotros, quiere nuestro bien. Quiere sustraer a sus discípulos de cada época de 
la curiosidad para las fechas, las previsiones, los horóscopos, y 
concentra nuestra atención sobre el hoy de la historia. Yo tendría ganas
 de preguntarles - pero no responda, cada uno responda interiormente: ¿cuántos de vosoros leen el 
horóscopo del día? Cada uno responda. ¿Y 
cuando tienen ganas de leer el horóscopo?, mira a Jesús, que está 
contigo. Es mejor, te hará mejor. Esta presencia de Jesús nos llama a la
 espera y la vigilancia, que excluyen tanto la impaciencia como la 
pereza, tanto las fugas hacia delante como el permanecer encarcelados en
 el tiempo actual y en la mundanidad. 
También en nuestros 
días no faltan las calamidades naturales y morales, y tampoco la adversidad y 
las dificultades de todo tipo. Todo pasa – nos recuerda el Señor -; sólo 
Él, su Palabra permanece como luz que guía, y anima nuestros pasos y nos 
perdona siempre, porque está al lado nuestro. Sólo es necesario mirarlo y
 nos cambia el corazón. Que la Virgen María nos ayude a confiar en 
Jesús, el sólido fundamento de nuestra vida, y a perseverar con alegría 
en su amor. 
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Después del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas,
Deseo expresar mi dolor por los ataques terrorisgtas que en la noche viernes han ensangrenado a Francia, causando numerosas 
víctimas. Al Presidente de la República Francesa y a todos los ciudadanos expreso mis más fraternas condolencias. De forma particular a los familiares de cuantos han perdido la vida y a los heridos. 
Tanta barbarie nos deja
 consternados y nos hace preguntarnos cómo el corazón del hombre pueda 
idear y realizar actos así de horribles, que han asolado no solamente a 
Francia sino al mundo entero. Ante tales actos, no se puede no 
condenar la incualificable afrenta a la dignidad de la persona humana. 
Deseo reafirmar con vigor que ¡el camino de la violencia y del 
odio no resuelve los problemas de la humanidad y que utilizar el nombre
 de Dios para justificar este camino es una blasfemia! 
Los invito a unirse a 
mi oración: confiemos a la misericordia de Dios a las víctimas inermes de 
esta tragedia. Que la Virgen María, Madre de la misericordia, suscite en
 los corazones de todos pensamientos de sabiduría y propósitos de paz. A Ella pidámosle proteger y velar sobre la querida Nación francesa, la 
primera hija de la Iglesia, sobre Europa y sobre el mundo entero. Todos 
juntos recemos un momento en silencio y después recemos el Ave Maria. 
[Ave Maria…]
Ayer, en Três Pontas, 
en el Estado de Minas Gerais en Brasil, ha sido proclamado beato don 
Francisco de Paula Victor, sacerdote brasileño de orígen africano, hijo 
de una esclava. Párroco generoso y vigilante en la catequesis y en la 
administración de los sacramentos, se distinguió sobre todo por su gran 
humildad. Que su extraordinario testimonio pueda servir de modelo para 
tantos sacerdotes, llamados a ser humildes servidores del pueblo de 
Dios.
  
Saludo a todos vosotros,
 familias, parroquias, asociaciones y fieles individuales, que han 
venido de Italia y de muchas partes del mundo. En particular, 
saludo a los peregrinos provenientes de Granada, Málaga, Valencia y 
Murcia (España), San Salvador y Malta; a la asociación “Acompañantes 
Santuarios Marianos en el Mundo” y al Instituto secular “Cristo Rey”.
  
A todos les deseo un buen domingo. Y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!
(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx) 
 
