CIUDAD DEL VATICANO (http://catolicidad.blogspot.mx - Noviembre 22 de 2015). A las 12.00 horas de hoy, Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, el Santo Padre FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Este es el texto íntegro del Ángelus Papal:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este último domingo del año litúrgico, celebramos la Solemnidad de
Cristo Rey. Y el Evangelio de hoy nos hace contemplar a Jesús mientras
se presenta ante Pilatos como rey de un reino que «no es de este mundo»
(Jn 18,36). Esto no significa que Cristo sea rey de otro mundo, sino que
es rey de otro modo, pero es rey en este mundo. Se trata de una
contraposición entre dos lógicas. La lógica mundana apoyada sobre la
ambición, sobre la competición, combate con las armas del miedo, del
chantaje y de la manipulación de la conciencia. La lógica del
Evangelio, es decir la lógica de Jesús, en cambio se expresa en la
humildad y en la gratuidad, se afirma silenciosamente pero eficazmente
con la fuerza de la verdad. Los reinos de este mundo a veces se
sostienen sobre la prepotencia, rivalidad, opresión; el reino de Cristo es
un «reino de justicia, de amor y de paz» (Prefacio).
Jesús se ha revelado rey ¿cuando? En el evento de la Cruz. Quien mira la cruz de Cristo no puede no ver la sorprendente gratuidad del amor. Alguno de vosotros podéis decir: "Pero, ¡Padre esto ha sido un fracaso!" Es justo en el fracaso del pecado - el pecado es un fracaso - en el fracaso de la ambición humana, ahí está el triunfo de la Cruz, está la gratuidad del amor. En el fracaso de la Cruz se ve el amor, este amor que es gratuito, que Jesús no da. Hablar de potencia y de
fuerza, para el cristiano, significa hacer referencia a la potencia de
la Cruz y a la fuerza del amor de Jesús: un amor que permanece firme e
íntegro, también ante el rechazo, y que aparece como el cumplimiento
de una vida donada en la total oferta de sí en favor de la humanidad.
En el Calvario, los presentes y los jefes se burlaron de Jesús clavado en
la cruz, y le lanzan el desafío: «¡Sálvate a ti mismo bajando de la
cruz!» (Mc 15,30). "¡Sálvate a ti mismo!". Pero paradójicamente la verdad
de Jesús es justo aquella que en tono de ironía le lanzan sus adversarios:
«¡No puede salvarse a sí mismo!» (v. 31). Si Jesús habría descendido
de la cruz, habría cedido a las tentaciones del príncipe de este mundo;
en cambio Él no puede salvarse a sí mismo justo para poder salvar a
los demás, justo porque ha dado su vida por nosotros, por cada uno de
nosotros. Pero decir "Jesús ha dado su vida por el mundo” es verdad,
pero es más bello decir: Jesús ha dado su vida por mí!". Y hoy en la plaza,
cada uno de nosotros, diga en su corazón: “Ha dado su vida por mí",
para poder salvar a cada uno de nosotros de nuestros pecados.
¿Y esto, quién lo ha
entendido? Lo ha entendido bien uno de los dos ladrones que son crucificados
con Él, llamado el "buen ladrón", que Le suplica: «Jesús, acuérdate de
mí cuando entres en tu reino» (Lc 23,42). Pero este era un malhechor,
era un corrupto y estaba ahí condenado a muerte por todas las
brutalidades que había hecho en su vida. Pero ha visto en la actitud de
Jesús, en la humildad de Jesús el amor. Y esta es la fuerza del reino de
Cristo: es el amor. Por esto la majestad de
Jesús no nos oprime, sino nos libera de nuestras debilidades y
miserias, animándonos a recorrer los caminos del bien, de la
reconciliación y del perdón. Miremos la Cruz de Jesús, miremos al buen
ladrón y digamos todos juntos lo que ha dicho el buen ladrón: «Jesús,
acuérdate de mí cuando entres en tu reino». Todos juntos : «Jesús,
acuérdate de mí cuando entres en tu reino». Pidamos a Jesús, cuando nos sentimos débiles, pecadores, derrotados, de mirarnos y
decir: "¡Tu estas ahí. No te olvides de mí!".
Frente a tantas laceraciones en el mundo y a tantas heridas en la carne de los hombres,
pidamos a la Virgen María sostenernos en nuestro compromiso de imitar a
Jesús, nuestro rey, haciendo presente su reino con gestos de ternura, de
comprensión y de misericordia.
Después del Ángelus:
Ayer, en Barcelona, han sido proclamados Beatos Federico da Berga y
veinticinco compañeros mártires, muertos en España durante la feroz
persecución contra la Iglesia en el siglo pasado.
Se trata de sacerdotes, Jóvenes profesos en espera de su ordenación y
de hermanos laicos pertenecientes al Orden de los Frailes Menores
Capuchinos. Encomendemos a su intercesión a tantos de nuestros hermanos y hermanas que, lamentablemente, todavía hoy, en diversas partes del mundo son perseguidos por la fe en Cristo.
Saludo
a todos vosotros peregrinos, venidos de Italia y de
diversos Países: las familias, y grupos parroquiales, las asociaciones.
En
particular saludo a los que vienen de México, de Australia y de
Paderborn
(Alemania). Saludo a los fieles de Avola, Mestre, Foggia, Pozzallo,
Campagna y de la Val di Non; como también a los grupos musicales – ¡que
he escuchado!- que festejan a Santa Cecilia, patrona del canto y de la
música. ¡Después del Ángelus interpreten algo, porque suenan bien!”.
El miércoles próximo iniciaré el viaje a África, para visitaar Kenya, Uganda y la República Centroafricana. Pido a todos vosotros rezar por este viaje de modo que sea para todos estos queridos hermanos y hermanas, e incluso para mí, un signo de la cercanía y de amor. Pidamos juntos a la Virgen que bendiga estas queridas tierras, para que hay en ellas la paz y la prosperidad.
[Ave María]
A todos deseo un buen domingo. Por favor no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y adiós!
(Traducción del original italiano: http://catolicidad.blogspot.mx)