lunes, 2 de noviembre de 2015

FRANCISCO: Ángelus en la Solemnidad de Todos los Santos

CIUDAD DEL VATICANO ( - Noviembre 1° de 2015).
A las 12 horas de hoy, Solemnidad de Todos los Santos, el Papa FRANCISCO desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano ha rezado el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Este es el texto íntegro del Ángelus dominical.


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y buena fiesta!

En la celebración de hoy, fiesta de Todos los Santos, sentimos particularmente viva la realidad de la comunión de los santos, nuestra gran familia, formada por todos los miembros de la Iglesia, ya sea los que somos ahora peregrinos sobre la tierra, como aquellosinmensamente más, que ya la han dejado y están en el Cielo. Estados todos unidos, y esto se llama "comunión de los santos", es decir, la comunidad de todos los bautizados.

En la liturgia, el Libro del Apocalipsis se refiere una característica esencial de los santos y dice así: ellos son personas que pertenecen totalmente a Dios. Los presenta como
una multitud inmensa de “elegidos”, vestidos de blnco y marcados con el “sello de Dios” (cfr 7,2-4.9-14). Mediante este último particular, con lenguaje alegórico viene subrayado que los santos pertenecen a Dios en modo pleno y exclusivo, son su propiedad. Y ¿qué cosa significa llevar el sello de Dios en la propia vida y en la propia persona? Nos lo dice también el apóstol Juan: significa que en Jesucristo nos hemos transformado
verdaderamente en hijos de Dios (cfr 1 Gv 3,1-3).

¿Somos conscientes de este gran don? ¡Todos somos hijos de Dios! ¿Recordamos que en el Bautismo hemos recibido el “sello” de nuestro Padre celeste y nos hemos transformado en sus hijos? Para decirlo en modo simple: ¡portamos el apellido de Dios!, nuestro apellido es Dios, porque somos hijos de Dios. ¡Aquí está la raíz de la vocación a la santidad!  Y los santos que hoy recordamos son precisamente aquellos que han vivido en la gracia de su Bautismo, han conservado íntegro el “sello” comportándose como hijos de Dios, tratando de imitar a Jesús; y ahora han alcanzado la meta, porque finalmente “ven a Dios así como Él es”.

Una segunda característica propia de los santos es que son ejemplos para imitar.  Pero prestemos atención: no solamente aquellos canonizados, sino  también los santos, por así decir, “de la puerta al lado” que con la gracia de Dios, se han esforzado por practicar el Evangelio en su vida ordinaria. De estos santos hemos encontrado tantos también nosotros; quizás hemos tenido alguno en familia, o entre los amigos y los conocidos. Debemos estarles agradecidos, y sobre todo debemos estar agradecidos a Dios que nos los ha dado, que nos los puso cerca, como ejemplos vivos y contagiosos del modo de vivir y de morir en la fidelidad al Señor Jesús y a su Evangelio. Cuánta gente buena hemos conocido y conocemos. Y nosotros decimos: ¡“Pero esta persona es un santo”!, lo decimos, nos viene espontáneo. Estos son los santos de “la puerta al lado”, aquellos no canonizados pero que viven con nosotros.

Imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco como perpetuar su presencia en este mundo. Y, en efecto, aquellos gestos evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa, un tiempo dedicado a escuchar, una visita, una palabra buena, una sonrisa… Ante nuestros ojos estos gestos pueden parecer insignificantes, pero ante los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más fuertes que la muerte.


Que la Virgen María, Reina de Todos los Santos, nos ayude a confiarnos más de la gracia de Dios, para caminar con impulso en el camino de la santidad. A nuestra Madre confiamos nuestro compromiso cotidiano, y le rogamos también por nuestros queridos difuntos, en la íntima esperanza de reencontrarnos un día, todos juntos, en la comunión gloriosa del Cielo.

Después del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas, 

Los dolorosos episodios que en estos últimos días han intensificado la delicada situación de la República Centroafricana, suscitan en mi ánimo viva preocupación. Hago un llamado a las partes involucradas para que se ponga fin a este ciclo de violencias. Estoy espiritualmente cercano a los Padres combonianos de la parroquia Nuestra Señora de Fátima en Bangui, que acogen numerosos refugiados. Expreso mi solidaridad a la Iglesia, a las otras confesiones religiosas y a la entera nación Centroafricana, tan duramente probada mientras realizan todo tipo de esfuerzo para superar las divisiones y remprender el camino de la paz. Para manifestar la cercanía orante de toda la Iglesia a esta nación tan afligida y atormentada y exhortar a todos los centroafricanos a ser siempre más testigos de misericordia y de reconciliación, el domingo 29 de noviembre tengo intención de abrir la puerta santa de la catedral de Bangui, durante el Viaje Apostólico que espero poder realizar a aquella nación.

Ayer, en Frascati, ha sido proclamada Beata Madre Teresa Casini, fundadora de las Hermanas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús, Mujer contemplativa y misionera, ha hecho de su vida una oblación de oración y de caridad concreta en el sostenimiento de los sacerdotes. Agradezco al Señor por su testimonio.

Saludo a todos vosotros peregrinos, provenientes de Italia y de tantos Países; en particular, aquellos de Malasia y de Valencia (España).

Saludo a los participantes en la Carrera de los Santos y en la Marcha de los Santos, promovidas respectivamente por la Fundación “Don Bosco en el mundo” y por la Asociación “Familia Pequeña Iglesia”. Aprecio estas manifestaciones que ofrecen una dimensión de fiesta popular a la celebración de Todos los Santos. Saludo también a la Coral de San Cataldo,  a los jóvenes de Ruvo de Puglia y aquellos de Papanice.

Esta tarde me dirigiré al Cementerio del Verano, donde celebraré la Santa Misa en sufragio de los difuntos. Visitando el principal cementerio de Roma, me uno espiritualmente a cuantos en estos días van a rezar a las tumbas de sus seres queridos, en todas partes del mundo.

A todos deseo paz y serenidad en la compañía espiritual de los Satos. Buen domingo y por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen Almuerzo y adiós!



(Traducción del original italiano: )